domingo, 30 de abril de 2006
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Dos días recorriendo Irlanda del Norte

Para romper con la rutina, hice con una pareja de amigos un viaje de fin de semana a Irlanda del Norte. La escapada se resume en un recorrido por Belfast, una noche en un B&B, una visita a la famosa Calzada de los Gigantes, y muchas horas de coche (recordemos que estoy viviendo en un pueblecito de Irlanda). Veamos cómo fue el viaje.

DÍA 1 - Belfast


Salimos del pueblo un sábado temprano por la mañana y, tras bastantes horas de conducción por las infernales carreteras irlandesas, llegamos a Belfast, la capital de Irlanda del Norte. Después de comer en un centro comercial, fuimos a ver el ayuntamiento. Allí hay algunos taxistas que ofrecen recorridos de hora y media por las principales atracciones de la ciudad, a cambio de un precio fijo y razonable. Nos montamos en uno de estos taxis, al estilo de los London cabs, y la verdad es que fue una elección muy acertada porque de esta forma pudimos ver lo más destacado de la ciudad en poco tiempo, y de paso recibir explicaciones de un taxista que resultó ser un excelente guía.
Ayuntamiento de Belfast
Ayuntamiento de Belfast.
Entre todo lo que vimos recuerdo la sede central del Ulster Bank, la catedral de San Pedro (católica), la catedral de Santa Ana (protestante), los astilleros donde se fabricó el Titanic y el Arbert Memorial Clock. Pero lo más destacado, sin ninguna duda, fue ver los famosos murales. Como el taxista era protestante, apenas vimos de pasada la parte católica, y pasamos más tiempo en el barrio protestante. Me impresionaron mucha las pintadas políticas incitando a la lucha, con la pintura en perfecto estado, en un barrio que parecía muy tranquilo. Pero la tranquilidad no era más que apariencia, ya que a poca distancia estaba el muro que separa ambas zonas, con los restos evidentes de los conflictos en forma de portalones quemados y marcas de bala en el muro. Al visitar este tipo de lugares es inevitable ponerse a pensar sobre la sinrazón que domina a veces las relaciones entre semejantes, y cómo conflictos que empiezan siendo pequeños pueden desencadenar una imparable espiral de violencia.
Murales en el barrio protestante de Belfast
Murales en el barrio protestante de Belfast.
No teníamos alojamiento reservado, así que tras algunas llamadas infructuosas y una parada en un hotel del aeropuerto donde nos asustaron con el precio propuesto, terminamos en un B&B aislado en medio del bosque. Pasamos la tarde en un pub cercano, en medio de la nada, bebiendo unas pintas y debatiendo sobre el motivo por el cual la sidra Bulmers de Irlanda se llama Magners en Irlanda del Norte.

DÍA 2 - Calzada de los gigantes, puente de cuerda y destilería


Al día siguiente nos pusimos en marcha hacia la costa norte, y comprobamos con satisfacción que las carreteras de Irlanda del Norte son mucho más parecidas a las inglesa que a las irlandesas. Llegamos a la Calzada de los Gigantes (Giant's Causeway), uno de esos lugares mágicos que deseaba visitar desde hacía mucho tiempo. Es un paisaje francamente sorprendente, pese a que la zona de columnas de basalto es relativamente pequeña. Sobre todo, fue una gran satisfacción llegar a un lugar tan conocido pero, al mismo tiempo, tan lejano que la afluencia de turistas es menor de lo que cabría esperar.
Columnas de basalto en la Calzada de los Gigantes de Irlanda del Norte
Calzada de los Gigantes.
Antes de regresar aún tuvimos tiempo de visitar otros dos lugares. Primero, el puente de cuerda Carrick-a-rede, que sirve como única vía de acceso a la pequeña isla Carrickarede . Y por último nos encaminamos al pueblo Bushmills, donde realizamos un decepcionante tour por su principal atracción: la destilería de whisky Old Bushmills', fundada en 1608, que tiene el honor de ser la destilería que lleva más tiempo en funcionamiento en todo el mundo.

El camino de vuelta nos llevó 8 horas, y lo único reseñable es que paramos en un pequeño pueblo en la frontera donde solo había tres lugares que sirvieran comida: dos restaurantes chinos y uno indio. Es curioso lo de Irlanda, hay restaurantes de todo el mundo pero es difícil encontrar restaurantes que sirvan comida irlandesa. Por algo será, ¿no crees?
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