martes, 15 de noviembre de 2011
6 comentarios

Anécdotas de una fábrica de Irlanda, parte I

Currante mecánico ante tornoNo sabía con qué tema empezar a hablar de mi época en Irlanda, así que lancé la pregunta en el canal de Facebook y parece que queréis una ración de anécdotas. Pues bien, vuestros deseos son órdenes para mí, así que ahí va un bloque de anécdotas de Irlanda. Voy a limitarme a cosas que pasaron en la fábrica donde trabajaba, ya que fue allí donde pasé la mayor parte de mi tiempo en Irlanda, y porque pasaron algunas cosas realmente extrañas. El problema es que al ponerme a escribir empecé a recordar historias, y ya son demasiadas para un solo post, así que lo dividiré en varios. Vamos con la primera ración!

1. Atacado por una bicicleta. En Irlanda hay un problema general con el alcohol, y la fábrica no era una excepción. Recuerdo un jefe de sección que estuvo de baja algo más de un mes porque diversos traumatismo sufridos en una caída en la calle. La rumorología contaba que la caída se había producido porque, regresando a casa una tarde borracho como una cuba, se enganchó con una bicicleta que estaba apoyada en una verja y, por mucho que forcejeó rodando con ella por el suelo, no fue capaz de desenredarse hasta que lo ayudó alguien que pasaba por allí.

2. Pierna rota por borrachera. En una ocasión, un operario estuvo un par de meses de baja porque se había roto la pierna. La explicación oficial es que se había tropezado en la calle. La versión real es que se levantó un domingo por la mañana con la resaca habitual, y un inusual dolor en la pierna debido a que la tenía rota. Como no lograba recordar cómo se la había roto, pregunto en los pubs del pueblo, hasta que le explicaron que el día anterior había bebido más pintas de la cuenta (normal en él), y que al entrar en el coche para regresar a casa no era capaz de cerrar la puerta porque se había dejado la pierna fuera. Tras varios intentos, consiguió por fin cerrar la puerta y se fue a casa, conduciendo con la pierna recién fracturada. Queda demostrado el efecto anestésico del alcohol.

3. Mujeres. En las fábricas, en general, no suelen trabajar muchas mujeres. En esta fábrica teníamos dos, pero como si no. La primera (lesbiana de 90 kilos de peso) operaba una línea, y era tan hombre como cualquier otro operario. La otra tenía un retraso, y se encargaba de labores de limpieza. Mis mayores momentos de pánico en esos años fueron al verla pasándole un trapo a los rodamientos de la preprensa, ignorante de las más básicas normas de seguridad. También era interesante verla limpiar las tazas con el mismo trapo y agua con que limpiaba el suelo.

4. Polaco a la fuga. En aquellos años Irlanda recibió un gran número de inmigrantes de Polonia, que se instalaron tanto en ciudades como en el medio rural. En la fábrica se contrataron varios, que no eran muy bien recibidos por los locales. Algunos sufrieron acoso en distintos grados, aunque sólo uno acabó explotando. Operaba una de las líneas de producción junto con la mujer-hombre de la que hablaba antes, quien lo insultaba y amenazaba constantemente. En un momento dado, el polaco perdió los nervios y se lanzó a por ella, dándole algunos golpes y patadas. La chica escapó corriendo por toda la fábrica, con el polaco detrás intentando golpearla con lo que fuera. Al final consiguieron reducirlo y llamaron a la policía. El chico fue a su habitación de alquiler y, temeroso de las represalias, no tardó ni una hora en recoger todas sus pertenencias y desaparecer para siempre.

5. El ADN del pis. En cada línea había una tetera para que los operarios tomaran un té en los descansos. Había docenas repartidas por la fábrica, casi todas en unas condiciones higiénicas que dejaban mucho que desear (digamos que no se limpiaban, se reemplazaban). Un día se encontraron con que alguien había orinado en una de estas teteras. Tras el revuelo formado, con acusaciones volando en todas direcciones, se decidió hacer un análisis de ADN de la muestra. El resultado fue que la orina procedía de un hombre, una mujer y un animal que podía ser un gato o un perro. Caben dos posibilidades: a) alguien se tomó la molestia de recolectar orina de distintas fuentes, llevarla a la fábrica y colocarla en la tetera; o b) los laboratorios de ADN de Irlanda no distinguen pis de zumo de limón.

Todo esto lo cuento con el mayor de los respetos, sin dar nombres para no ofender a nadie. Yo pasé cuatro años estupendos trabajando allí, y guardo un gran recuerdo de muchos compañeros. Simplemente, algunas situaciones eran tan absurdas que es imposible no recordarlas como algo gracioso. Que no se me enfade nadie :)

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6 comentarios EN BLOGGER
  1. ¿por que me marche¿? si saber nada de las ultimas anecdotas??
    creo que estos post van a ser graciosos, siempre vistos desde una perspectiva y pocas veces en el momento en que los sufrimos, porque algunos los sufrimos...., por si alguien duda de la veracidad ante lo increible de algunas cosas, yo puedo dar fe de que fueron ciertas.
    Felipe, gracias otra vez

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  2. Y esto no ha hecho más que empezar... leerás cosas que no podrás creer que hayan pasado... y si te acuerdas de algo especial puedes enviármelo por email ;)

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  3. Ramiro. Jajaja, buenísimas todas, qué tiempos, si no fuera por esos ratos uf uf, en fin, no te olvides de contar lo del tio de la planta de colas, todo un personaje.

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    1. Tengo aún unas cuentas que contar, incluidos posts sobre algunos personajes ilustres. Supongo que el de las colas (químicas) merece ser uno de ellos, auqnue de hecho ya fue citado en la segunda parte de esta serie de anécdotas ;D

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  4. JAJAJAJAJAJA no puedoooo con estooooo! tendrás fotos de la mujer-hombre?! por favorrrrr

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    1. Fotos no, pero sigo teniendo su imagen fijada en mi mente. Es una pena que no la pueda imprimir y librarme de ella de una vez.

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