domingo, 17 de mayo de 2020
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Confinamiento por coronavirus: Semana 9 - Hobbies pasados, presentes y prestados

Ah, los hobbies. Los hobbies son seres realmente sorprendentes. Puedes aprender todas sus costumbres en un mes, y después de cien años, aún no han dejado de sorprenderte.

Gatito de cuatro semanas

No, espera, no esos hobbits.

La reflexión en esta semana de confinamiento está relacionada con los hobbies, o aficiones. Para el equilibrio emocional de una persona es muy importante tener alguna afición con la que distraerse. Hay gente cuyo único hobbie es el trabajo o la familia, pero eso más que una afición es una obsesión y suele desembocar en comportamientos poco sanos. También hay quien se centra tanto en sus múltiples aficiones que descuida sus deberes, y este también es un comportamiento poco recomendable. Como siempre, el equilibrio está en algún punto entre los extremos.

Pensemos en las características que debería tener un buen hobbie. La primera es que debe servir de distracción y de válvula de escape para el estrés diario. Debe ser algo que se hace por gusto y no por obligación, una actividad que se puede abandonar durante largos períodos de tiempo sin sentimientos de culpabilidad. Puede ser algo a practicar en solitario o en compañía, y unas personas tenderán a un tipo u otro dependiendo de su personalidad.

Cuando digo actividad no me refiero solo a deportes, ya que muchos hobbies son meramente intelectuales. Y no, sestear no se puede considerar un hobbie. ¿Pero por qué no? ¿Qué característica le falta a la siesta para que no pueda ser considerada un hobbie? Esta pregunta me ha tenido entretenido un buen rato y la única conclusión a la que he llegado es que un hobbie debe proporcionar cierta sensación de autorrealización. Es decir, debe ser una actividad en la que de alguna forma haya un cierto progreso, de forma que con el tiempo se vaya avanzando de alguna manera. Esta característica me lleva a una división entre hobbies de coleccionismo y hobbies entendidos como una actividad, ya sea física o mental. Ejemplos: coleccionismo es juntar sellos, actividad física es el fútbol, y actividad mental es ver películas.

Otro aspecto a considerar es el gasto que acarrea el hobbie. Las aficiones ideales son muy baratas o incluso gratis, mientras que si tu hobbie es cazar ballenas ya puedes ir preparando la chequera. Si encuentras placentera una actividad que te deja beneficios, cantamos bingo.

Tras las divagaciones, mi caso particular. Puedo clasificar mis aficiones presentes y pasadas en tres grandes grupos: hobbies del pasado, hobbies del presente y hobbies que tomé prestados.

HOBBIES PASADOS


Entre los hobbies que tuve pero ya no practico está la filatelia, ya que de niño coleccionaba sellos. Esta afición me gustaba mucho por el aspecto de descubrimiento. Era apasionante investigar sellos nuevos hasta dar con su origen. A día de hoy todavía recuerdo cosas como "Magyar posta" o "Suomi". Cuando dejaba de interesarme este mundo, llegó internet y destruyó la filatelia.

El hobbie al que más tiempo dediqué en mi vida es sin duda el baloncesto. Durante muchos años jugaba casi a diario. Gran parte de mis amistades nacieron o se forjaron en canchas de baloncesto, y muchas de mis mayores satisfacciones ocurrieron en tardes de basket. Me resulta increíble cómo pasé casi de un día para otro de jugar siempre que tenía oportunidad a no jugar casi nunca. En este caso la culpa no fue de internet sino de mis traslados a Irlanda primero y Corea después, aparte del cambio de hábitos inherentes a la vida adulta. Aunque lo eche de menos, ahora mismo regresar a una cancha tendría más riesgo de lesión que de otra cosa, así que ahí quedan los recuerdos.

Una afición tardía y efímera fue la acuariofilia. Siempre me habían gustado los acuarios, y al vivir en Santiago me compré uno de 120 litros que mantuve durante dos años. Cuando marché a Corea se lo legué a un amigo y nunca vi hacia atrás. Esta es una afición que cumplí totalmente con esa experiencia.

Otras aficiones que tenía y a las que ahora apenas dedico tiempo son la lectura y el cine, aunque esta última está renaciendo durante el confinamiento en forma de sesiones familiares de Star Wars, El Señor de los Anillos y series diversas.

HOBBIES PRESTADOS


Entre los hobbies abandonados hay dos que adopté sin que fueran realmente míos: la fotografía y los viajes. Aunque son dos cosas que siempre me gustaron, al abrir este blog de alguna forma me sentí impulsado a dedicarles más tiempo. Ahí descubrí que me gustan, sí, pero en un segundo plano.

Me sigue gustando hacer fotografías, aunque con el móvil en vez de la cámara DSLR, y me sigue gustando viajar. Sin embargo, no considero estas actividades como hobbies propiamente dichos.

La lección aprendida es que uno debe ser fiel a sí mismo y no pretender hacer lo que hacen otros pensando que es lo lógico.

HOBBIES PRESENTES


Por último están los hobbies que mantengo a día de hoy. Diría que son tres. El primero es la música; siempre me gustó escuchar buena música y todavía disfruto de los grandes clásicos del rock setentero. Sin dedicarle tanto tiempo ni esfuerzo como antes, hay momentos en los que agradezco la compañía musical mientras hago otras cosas como escribir este post.

Hablando de posts, este es precisamente la segunda afición que mantengo. El blogging me pegó de llenó cuando empecé con Eurowon y nos trasladamos a Corea. Durante unos cinco años dediqué mucho tiempo a escribir. Poco a poco me fui saturando hasta abandonarlo casi completamente durante un par de años al regresar a España. Ahora lo estoy retomando con la excusa del confinamiento, pero nunca será como antes.

Una afición que me pegó fuerte durante dos o tres años en Corea fue el running. Un día sentí la necesidad de hacer algo de deporte y mi única opción fue echarme a correr por la calle, y para mi sorpresa le cogí el gusto y terminé corriendo varios medios maratones. En esta época actual me conformo con paseos de 20+ km, pero algún día saldré al portal como Forrest Gump y me dará por correr otra vez.

El último hobbie del que voy a hablar es el Magic, un juego de cartas que me absorbió durante unos años a mediados y finales de los noventa. Cuando lo dejé pensaba que me había librado de una pesada losa, ya que es un juego muy divertido pero que incita a la obsesión. Lo retomé por casualidad hace un lustro en Corea y ahora mantengo con este juego una relación mucho más sana. Esta sí es mi válvula de escape, la afición no productiva que me entretiene cuando lo necesito. Y para ello no necesito ni jugar a las cartas, ya que es suficiente con leer artículos, escuchar podcasts, grabar vídeos y echar alguna partida online.

Esta es mi reflexión semanal. Como ves, el concepto de blog personal ha vuelto con fuerza. ¡Un saludo y a cuidarse todos!
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