domingo, 24 de mayo de 2020
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Confinamiento por coronavirus: Semana 10 - Cambios en nuestros hábitos

Flor amarilla

Diez semanas. Dos meses y medio. Que levante la mano el que se imaginase esta larga temporada allá por el mes de marzo.

Pese a ser más tiempo del que imaginábamos al principio, diez semanas no son suficiente para provocar cambios profundos en una sociedad. Poniendo todo en perspectiva, tanto en duración como en números de muertes, esta pandemia estás muy lejos de sucesos anteriores como la Guerra Civil o la Gripe Española. Sin embargo, algo sí que puede cambiar y en este post daré mi opinión al respecto.

TELETRABAJO


Después de muchos años haciendo previsiones sobre un futuro en el que no sea necesario gastar un par de horas al día en transporte hacia el lugar de trabajo, ahora sí parece que se puede avanzar en ese sentido. Al menos en algunos trabajos de oficina, ya que todo lo que tenga que ver con procesos productivos y restauración seguirá requiriendo de presencia física.

De las ventajas y desventajas del teletrabajo escribí hace tiempo, ya que en Coreas pasé más de cuatro años experimentándolo. Ahora que lo vuelvo a probar, me reafirmo en mi opinión de que lo mejor es una combinación de aproximadamente la mitad del tiempo en oficina y la otra mitad desde casa. Por mucho que avance la tecnología, para muchos temas el contacto cara a cara es más eficiente que emails y videoconferencias.

Espero que a partir de este año el teletrabajo sea mejor visto también por las empresas en las que hasta ahora primaban el presencialismo y la incubación de silla, ya que esto también tiene ventajas para el lado del empleador. Primero, se reducen los costes de mantener un lugar de trabajo como alquiler de oficina, mobiliario, conexión de internet, electricidad, etc. Segundo, los empleados pierden menos tiempo en transporte y eso aumenta la felicidad, al menos al comienzo. Y tercero, aunque la empresa tenga su sede en una gran ciudad ya no será necesario contratar a gente de esa ciudad sino que se puede buscar talento de otros mercados más baratos.

Ojo con esto último, que a lo mejor muchos se alegran de no tener que ir a la oficina para poco después descubrir que su trabajo lo hace un indio por la tercera parte del salario. Pero visto por el lado bueno, habrá quien desde Cáceres pueda trabajar para una gran empresa de Nueva York, ganando un salario muy superior a lo que pagaría una empresa española equivalente. En un mundo cambiante, los ganadores serán quienes mejor se posicionen.

VIVIENDA


Si deja de ser necesario ir cada día a la oficina en el centro o el polígono industrial de la M30, ya no tendrá tanto sentido pagar una vivienda pequeña y cara por su buena situación. Mucha gente se planteará mudarse a pequeñas localidades periféricas, en las que dispondrán de mucho más espacio por menos dinero.

A favor de esta tendencia está la experiencia atroz de haber pasado dos o tres meses encerrados en 40 metros cuadrados. Apostaría algo a que muchos ahora mismo odian con todas sus fuerzas ese pisito céntrico que tanto les gustaba en enero, y darían lo que fuera por tener un pequeño balcón o una simple ventana al exterior.

En nuestro caso particular, pienso en este confinamiento en uno de los pisos que habitamos en Seúl y se me ponen los pelos de punta. El rural tiene sus ventajas y en estas semanas se han visto más claras que nunca.

TRANSPORTE


No cabe duda de que una de las caras buenas de todo esto ha sido la medioambiental. La contaminación se ha reducido mucho debido a que una gran parte de la industria se vio obligada a parar y a que se redujeron muchísimo los desplazamientos en vehículo privado. La industria más nos vale que rearranque, pero el descenso del transporte espero que se convierta en tendencia.

Por una parte, los vuelos habían alcanzado cifras absurdas. No tiene sentido que una persona vuele a otro país a pasar el fin de semana, y así una vez al mes, como tampoco es razonable que haya desplazamientos internacionales solo para asistir a una reunión que se podría realizar por videoconferencia. Y lo digo yo que he hecho las dos cosas.

Por otra parte, en lo que respecta al transporte rodado, ojalá el teletrabajo reduzca mucho ese sinsentido tan común de coches con un único ocupante que se desplazan 50, 100 o 200 kilómetros desde el hogar hasta el lugar de trabajo. Es absurdo se mire por donde se mire, tanto en tiempo perdido como en dinero gastado como en el coste ambiental de mantener este tinglado. Visto que no se apuesta decididamente por el transporte público, y aquí culpo tanto a políticos como ciudadanos, pues todos somos cortoplacistas y vamos a lo fácil y cómodo, a ver si el virus sirve para revertir la tendencia.

A favor de este cambio están el vehículo eléctrico y el coche autónomo. No sé cuánto tardaremos en llegar a un futuro en el que la propiedad privada de un coche sea un lujo anecdótico, pero estoy convencido de que llegaremos a ver grandes flotas de coches que circularán solos recogiendo y soltando ciudadanos. Como un Uber pero sin conductores, que por otra parte es lo que desean todas estas nuevas empresas de transporte. Insisto en que ojalá lo veamos más pronto que tarde, pues el beneficio será notable: menos contaminación, menos gasto, menos siniestralidad.

OCIO


También preveo cambios en las formas de ocio, ahondando en tendencias ya en marcha. Tal como el 11-S trajo cambios en el transporte aéreo que siguen vigentes a día de hoy, el Covid-19 traerá cambios en los grandes actos públicos como conciertos o partidos de fútbol. Se reducirá el aforo y aumentarán las incomodidades en forma de más controles y menos servicios, lo cual también afectará al precio.

Para qué sufrir todo eso pudiendo disfrutar de tantísimo ocio, a precios además muy asequibles, desde el sofá del salón. Nunca tuvimos a nuestra disposición nada parecido en oferta de ocio casero: películas y series a demanda, videojuegos hiperrealistas con otro jugadores, cursos online de altísima calidad, música en streaming, e incluso cualquier libro conocido a un solo click de distancia.

CONTACTO SOCIAL


Leyendo el punto anterior, se podría pensar que va a disminuir el contacto social, pero opino que sucederá justo lo contrario. Vamos a salir del confinamiento con más ganas que nunca de abrazar y besar. No veo grandes problemas para la recuperación de bares y locales de encuentro social. Los que sobrevivan a todas estas semanas sin ingresos, claro.

No creo que se extienda ese mito de los japoneses encerrados en su habitación durante años. Al menos no en los países latinos.

CONSUMO


De los puntos anteriores se deduce un menor consumo de vehículos propios y un mayor consumo de ocio online.

Me gustaría que cayese también el consumo en general y que más gente se diese cuenta de que la acumulación de objetos no provoca felicidad, pero no caerá esa breva. Dejando de lado las dificultades económicas de ERTEs y quiebras, la gente saldrá en tromba a las tiendas a comprar todo lo que se ponga a tiro.

Marie Kondo se lo va a tener que currar mucho más.

Y hasta aquí llega el post de esta semana. Como siempre, deseo que tú y los tuyos estéis bien y a salvo de este virus. Nos leemos en siete días.
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