domingo, 15 de agosto de 2021
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La rígida estructura laboral de Corea


Estos días me ha dado por recordar los años trabajados en Corea del Sur y reflexionar sobre las peculiaridades del mundo laboral en Corea. Como tenía un post en borrador con algunas notas desde 2013 (ocho añitos de nada), voy a aprovechar para completarlo y sacarlo a la luz.

De mis años trabajando en Corea me quedo con una característica fundamental que creo que explica todas las demás: La estructura jerárquica es muy rígida. Veamos qué consecuencias tiene esto.

El respeto al superior que se practica tantos aspectos de la sociedad coreana tiene muchísima fuerza en las empresas. Un subordinado nunca le llevará la contraria a un superior. Aunque el jefe plantee hacer algo completamente estúpido, y el subordinado tenga clarísimo que hay opciones mejores, no se lo dirá directamente. Lo usual es que ejecute las instrucciones sin rechistar, aunque en algunos casos puede ignorarlas y no hacer nada o incluso hacer algo diferente que considera mejor. Lo que no se hace nunca (léase "casi nunca", que siempre hay alguna excepción) es llevarle la contraria al jefe, ni en privado ni en público.

Un punto importante a tener en cuenta es que cuando dos personas se relacionan, siempre hay una que esté por encima de la otra, tanto en la familia como en la empresa o en cualquier otro ámbito. En la empresa, por ejemplo, la relación principal es la jerarquía, según la cual el jefe siempre manda. Entre dos empleados situados al mismo nivel, se sitúa por encima el que lleve más años en la empresa. En la educación y en las empresas hay dos palabras importantes que indican esto: seonbae (선배) y hubae (후배), donde el primero tiene más experiencia que el segundo. En caso de estar al mismo nivel y tener una experiencia similar, se consideran factores como el prestigio de la universidad donde se estudió o el nivel sociocultural de la familia de la que se procede.

¿Y qué pasa con la edad? En el ámbito familiar la edad es el factor principal a la hora de establecer jerarquías, por lo que se podría pensar que en la empresa puede haber roces entre un jefe joven y un subordinado mayor. Efectivamente, pueden darse situaciones extrañas debido a esto, pero no es tan frecuente como debería. El motivo es que los ascensos se dan más por antigüedad que por méritos. La valía se tiene en cuenta cuando la antigüedad es similar, pero entre un veterano inútil y un novato lleno de talento suele ascender el veterano, que a continuación procederá a aplastar la iniciativa del joven, pero ese ya es un tema a tratar un poco más adelante.

Estos ascensos otorgados por antigüedad dejan víctimas por el camino, porque por muy superpoblada que esté la jerarquía en cualquier empresa mediana o grande, y créeme cuando digo que lo está, no deja de tener forma de pirámide con una punta más estrecha es la punta que en la base. Todos esos veteranos que han perdido las opciones de seguir ascendiendo y empiezan a sentir la presión de los trabajadores más jóvenes y capaces, acaban saliendo de las empresas a cambio de una compensación. Esta situación suele darse entre los 50 y los 60 años, sobre una década antes de la jubilación, y el resultado es un ejército de ajeossis desempleados y con opciones casi nulas de enrolarse en otra empresa. Los más previsores tendrán unos buenos ahorros y dedicarán sus días a dar largas caminatas por las montañas. Los que no supieron o no pudieron o ahorrar lo suficiente, se ven obligados a buscar la forma de seguir ganándose la vida. Muchos de estos últimos emplean la compensación, que por poner una cifra puede ser del orden de unos 50 millones de wones, en empezar un negocio. Los negocios más comunes son franquicias, por ejemplo cafeterías y restaurantes de pollo frito.

Decía un poco antes que los jefes veteranos tienden a machacar la iniciativa de los jóvenes. Ya sea con puño de hierro o con guante de seda, a base de gritos o haciendo el vacío, la cultura corporativa tiende a ser muy autoritaria. De esta forma, es difícil que un joven mantenga la ilusión cuando trabaja en una corporación coreana y ve que sus ideas son ignoradas sistemáticamente. Estas costumbres van cambiando, es cierto, pero muy lentamente. Al final, cuando ese joven ignorado durante años llega a un puesto de responsabilidad, lo más común es que trate a sus subordinados igual que sus superiores le trataron a él durante tanto tiempo, ya sea por una suerte de venganza intergeneracional o simplemente porque no conoce otra forma de proceder.

Por todo lo expuesto, la comunicación en las empresas es muy difícil. Los jefes no hacen caso a sus empleados, y estos odian a sus jefes. Entre compañeros la situación no es mucho mejor, porque entra en juego la competitividad. Si el objetivo de varios es ascender a la misma posición, se acaba yendo a la oficina con un cuchillo entre los dientes. Incluso entre departamentos la comunicación es cualquier cosa menos fluida, pues en el fondo el jefe de cada departamento sabe que es un inútil y tiene miedo de que al colaborar con otra división esto se ponga de manifiesto. Estoy generalizando y exagerando, lo reconozco, pero es una forma de que la explicación se entienda mejor.

Voy a terminar con un par de anécdotas ilustrativas.

En la primera, vi cómo una oficina exterior de la empresa estaba haciendo una campaña de marketing que se solapaba con la nuestra, haciendo que ambas fueran menos eficaces. Era casi como si nos estuviese haciendo la competencia. Le expliqué a mi jefe que deberíamos colaborar y sumar fuerzas para multiplicar el alcance, o al menos delimitar el campo de actuación de cada oficina. Mi jefe dijo que sí, que solucionaría el tema, pero fueron pasando las semanas y no había novedad. Yo le preguntaba si había hablado con los otros y él decía que todavía no, que lo haría pronto. Al final le pregunté directamente (jugando el comodín del extranjero) si había algún problema y me confesó que no se atrevía a hablar con el jefe de la otra oficina porque, aunque estaba a su mismo nivel en la jerarquía, llevaba un año más que él en la empresa y por tanto era su seonbae. El tema se medio arregló cuando hablé yo directamente con mi equivalente del otro sitio, puenteando completamente a los jefes.

El segundo caso no es una anécdota sino varias. En este post de hace años hablaba de las sospechas de cómo la rigidez jerárquica podía ser causa de graves accidentes de aviación debido a las reticencias del copiloto a poner en duda decisiones del piloto. Este tema también se trata en el libro Outliers (traducido al español como Fuera de serie) de Malcolm Gladwell, que por otra parte es una lectura muy recomendada.

Con este post no pretendo ignorar los problemas que hay en las relaciones laborales en otros países, pues en todas partes hay jefes impresentables y compañeros tóxicos. Sin embargo, en otras culturas la comunicación suele ser más fluida y no es infrecuente que los trabajadores nuevos planteen ideas y que estas sean tenidas en cuenta por los veteranos. Y esto, por supuesto, es un factor crucial para la innovación y el avance de las organizaciones.

Termino con otra consecuencia de todo esto: Pese a ser un país donde se trabajan tantas horas, con jornadas laborales interminables, Corea del Sur es uno de los países de la OCDE con menor productividad.
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1 comentario EN BLOGGER
  1. Hola , asombra que haya menos productividad , es algo malo desde mi punto de vista , pero es algo cultural como todo país tiene , y es raro , porque en Japón también hay cultura laboral , pero ellos son mas productivos , como que en Corea todavía está la influencia de aquellos primeros gobiernos después de la Guerra de Corea con mucha rigidez institucional y social , saludos .

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