sábado, 11 de mayo de 2024
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De Wobegon al Síndrome del Impostor, pasando por Dunning-Kruger

Garrison Keillor es un locutor radiofónico estadounidense que durante muchas décadas llenó las frías mañanas de Minnesota con noticias e historias. Para poder expresar al inicio de cada día, y de forma convincente, la ilusión y optimismo que él mismo no sentía, empezó a presentar patrocinadores imaginarios como Powdermilk Biscuits, las galletas que consiguen que las personas tímidas se levanten de la cama y hagan cosas.

Poco a poco fue hilando un universo de productos imaginarios y simpáticas historias cotidianas que situó en un pueblo, por supuesto imaginario, llamado Lago Wobegon, una palabra derivada de la expresión india que significa "el lugar donde te esperamos tres días bajo la lluvia". Cada día presentaba una sección llamada "Noticias de Lago Wobegon", empezando con la famosa frase "Bueno, esta ha sido una semana bastante tranquila en Lago Wobegon..." y terminando con la aún más célebre "Estas son las noticias desde Lago Wobegon, donde todas las mujeres son fuertes, todos los hombres son guapos y todos los niños están por encima de la media".

Todos los niños están por encima de la media... ¿Cómo es eso posible? Esta paradoja da nombre al Efecto Lago Wobegon, que no es más que un nombre alternativo para la Superioridad Ilusoria, un sesgo cognitivo por el cual las personas sobreestimamos nuestras capacidades en relación a las personas que nos rodean. Probablemente has oído hablar del estudio en el cual el 88 % de conductores se declaró mejor que la media, pese a que el estudio fue realizado entre personas hospitalizadas por accidentes de tráfico.

Oficinista aplicado y payaso despreocupado
Piensa por un momento en tu caso particular y compárate con tus compañeros de clase o de empleo. Probablemente pienses que los demás son más lentos, menos puntuales y menos productivos que tú. De la misma forma, los músicos de una banda creen que los demás no les saben llevar el compás. Los jugadores de un equipo de baloncesto se lamentan porque sus compañeros no entienden sus jugadas. Y todos los padres consideran que sus hijos son los más guapos y los más listos, y por supuesto todos están equivocados excepto yo porque mis hijas efectivamente son las más guapas y las más listas.

En una vuelta de tuerca, los académicos Justin Kruger y David Dunning publicaron un estudio en 1999 afirmando que la Superioridad Ilusoria es variable y depende del grado de competencia. Concretamente, que a menor habilidad mayor es la diferencia entre el nivel real y el nivel autopercibido. Es decir, que cuando una persona está comenzando a aprender algo, cree que sabe mucho más de que realmente sabe. Un par de ejemplos serían el guitarrista que se ve al nivel de Jimmy Page cuando aprende los acordes del Stairway to heaven, o el tenista que se considera Rafa Nadal el día que devuelve la primera bola de revés.

Esto es lo que se conoce como Efecto Dunning-Kruger, y es una explicación muy buena de por qué las redes sociales están llenas de imbéciles proclamando estupideces con la máxima convicción. Y cuando el tema tratado tiene más de opinión que de datos, tenemos un caso de manual de la Ley de Controversia de Benford (este Benford no, otro) y lo mejor es salirse de la discusión. Por cierto, ChatGPT afirmando falsedades como si fueran verdades universales también podría representar un caso claro de Dunning-Kruger, siendo el primer sesgo cognitivo de un ente no biológico.

El efecto de este sesgo se atenúa confirme se va progresando en un conocimiento o habilidad. Así, un estudiante de matemáticas se cree una eminencia haciendo ecuaciones de segundo grado pero un ignorante cuando resuelve integrales por residuos. O un chaval se ve en la NBA cuando mete tres triples consecutivos pero un jugador profesional se desespera cuando falla dos tiros libres seguidos. En el otro extremo, los expertos en una materia tienden a infravalorar sus conocimientos, siendo muy conscientes de lo mucho que no saben.

Esto nos lleva al Síndrome del Impostor, un fenómeno por el cual muchos grandes profesionales viven con la sensación de que ocupan una posición para la cual no están capacitados, y por mucho que se esfuercen siempre sienten que no rinden lo suficiente. Este sentimiento de ansiedad, que se sufre en silencio como una suerte de almorranas mentales, es muy común en cargos de responsabilidad.

En un caso extremo, Neil Armstrong, el primer hombre en pisar la luna, dijo en una convención de artistas y científicos: "¿Qué demonios estoy haciendo aquí? Todos estos han realizado cosas asombrosas. Yo simplemente fui a donde me enviaron".

Al final le habrá que dar la razón a Sócrates cuando decía aquello de "Yo solo sé que no sé nada".
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