miércoles, 10 de junio de 2015
2 comentarios

Abueletes repartidores en el metro de Seúl

Fíjate en la foto que ilustra este post. ¿Notas algo raro? Te doy diez segundos para descubrirlo.

Anciano coreano trabajando como mensajero en el metro de Seúl

El anciano sentado en primer plano, con una gorra y chaleco verde, está trabajando. Es un mensajero, y está transportando las bolsas que lleva sujetas con una cinta roja.

Al contrario que los repartidores kamikazes en moto, estos ancianos viajan tranquilamente en el metro y se dedican principalmente a servicios de mensajería entre empresas. Como la red de metro es tan extensa y eficiente, pueden moverse entre dos puntos rápida y cómodamente. Y, sobre todo, a coste cero.

El metro en Seúl es gratuito para los ancianos, de forma que pueden transportar sobres y pequeños paquetes sin coste. Hay empresas de mensajería que se aprovechan de esto y los contratan por un salario miserable, pagándoles una pequeña cantidad por cada envío realizado. Este es el motivo por el que suelen ir con tantas bolsas como puedan cargar.

Para los ancianos tampoco es una mala opción. Transportar bolsas en el metro es más cómodo que recoger cartones en la calle, que es una estampa muy típica de Seúl. Además, da más dinero que mendigar o vender baratijas en la calle, que son otras dos opciones escogidas por bastantes ancianos. Y parece mucho mejor que prostituirse, como hacen cada más abuelas de sesenta y setenta años en otro fenómeno del que hablaré un día que me sienta con valor.

Lo ideal sería que no tuvieran que trabajar, claro, pero por desgracia en Corea del Sur hay un gran número de ancianos que viven en la indigencia. Son lo que yo llamo la "generación perdida", un grupo etario que nació en los últimos años de colonización japonesa, fueron niños durante la Guerra de Corea, adolescentes hambrientos en la posguerra, adultos trabajando día y noche en las décadas del despegue económico, y ancianos sin pensión cuando el país por fin alcanzó un cierto nivel de vida.

Muchos de los miembros de esta generación llegan a sus últimos días atrapados entre unos hijos que no los ayudan porque no pueden (o no quieren) y un Gobierno que no los ayuda porque esa es tarea de sus hijos. Es una vida muy perra desde el principio hasta el final, por lo que poco se les puede reprochar por intentar ganarse la vida de la mejor manera posible.

Este fenómeno de los abuelos mensajeros es algo nuevo, comenzó hace menos de un año pero ya es cada vez más frecuente. Abundan sobre todo en la línea 2, principalmente en horario de oficina pero fuera de las horas punta. La próxima vez que subas al metro, fíjate en los asientos reservados para ancianos y es probable que veas a alguno.
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2 comentarios EN BLOGGER
  1. Hola. Nunca había visto un abuelo repartidor en el metro, posiblemente por la hora a la que los cogía, aunque sí he visto muchas veces a los otros abuelos. Pero me ha sorprendido mucho una cosa: ¡las abuelas que se prostituyen! Cuando tengas valor y tiempo escribe ese post. Sin duda, es algo muy chocante. ¡Gracias una vez más!

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    1. Lo escribiré, claro que sí, aunque sé que mucha gente no me creerá.

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