lunes, 15 de noviembre de 2021
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El Juego del Calamar, el bombazo coreano del año

El Juego del Calamar

Supongo que llego tarde, pero no quiero que termine el año sin escribir sobre el fenómeno cultural coreano de 2021. Con un alcance solo comparable al Gangnam Style de 2012 (¿en serio ya han pasado 9 años?), la teleserie El Juego del Calamar (오징어 게임 en coreano, Squid Game en inglés) barrió todo el mundo conocido hasta convertirse en la serie más vista del año en Netflix y en tema de conversación universal.

Mi primera noticia sobre esta serie fue cuando un compañero de trabajo me dijo "¿Qué cojones les pasa a los coreanos?" después de ver todos los capítulos se forma consecutiva en dos días de fiebre televisiva facilitada por una fiebre física. Al no saber nada del tema, solo acerté a decirle que las películas coreanas pueden ser violentas y rompedoras, pero que las series son ñoñas y empalagosas como la miel con mantequilla (real story). Ante su insistencia, respondí que me alegraba que por fin hubiera una serie original fuera del molde de los dramones, y que por supuesto la vería en cuanto pudiera.

Cuando vi el primer capítulo me pasó lo mismo que al resto de la humanidad, quedé enganchado sin remedio por la trama y los detalles de una obra tan bien hecha. Lo primero que me llamó la atención es que no se trata de una serie B de bajo presupuesto, sino que cuenta con actores muy reconocidos como Lee Jung-jae, Park Hae-soo, Heo Sung-tae e incluso Anupam Tripathi, quien participó en mi favorita personal Oda a mi Padre.

Niña mecánica de El Juego del Calamar
El momento de la sorpresa.

Lo más destacado es que la serie carece de una historia de amor, tiene abundante violencia y la trama depara varias sorpresas. Es decir, los ingredientes de las mejores películas del cine coreano. Otro punto que me impactó fue la música, que genera un ambiente de misterio y violencia que envuelve al espectador en los momentos importantes. Un diez por la elección de la banda sonora.

Sin embargo, el tema del que me gustaría hablar es el trasfondo social. La verdadera protagonista de la serie es la desesperación que lleva a los jugadores a jugarse la vida, con una ínfima probabilidad de éxito, solo por la esperanza de un golpe de suerte en forma de lluvia de dinero que solucione sus problemas de deuda y miseria. Desde el vagabundo que nunca tuvo nada al profesional de éxito lleno de deudas por sus malas inversiones, pasando por personas comunes con circunstancias personales como divorcios, fracasos empresariales, enfermedades o simple mala suerte, todos se sienten perdidos y no ven ninguna salida más que la muerte o un éxito casi imposible.

De las dificultades económicas de una gran parte de la población de Corea del Sur hablé mucho en los resúmenes de noticas y en algún post más particular. Desde mi llegada a Corea en 2010 y salida en 2017, la situación no ha hecho más que empeorar. El precio de la vivienda está desbocado, ahora sube todo en general por la alta inflación, y los salarios se van quedando atrás. Es lo mismo que sucede en España y tantos otros países, claro, pero en Corea hay algunos detalles propios que lo agravan, como la enorme competitividad, la costumbre de valorar a las personas según sus posesiones, la pobreza de muchos ancianos sin recursos, y la desesperanza de una generación joven que se esforzó en los estudios para descubrir que una carrera en una universidad SKY ya no garantiza un buen empleo.

Mientras en occidente vemos la serie como una distopía macabra, en Corea no falta quien desearía que fuera real para tener al menos una última oportunidad de reconducir su vida.

Escaleras de El Juego del Calamar
Escher estaría orgulloso.

La serie no se libra de tener algún error. Un fallo bastante irrelevante es como algunos jugadores sin protagonismo cambiaban de número en los diferentes episodios, o más bien algunos números cambiaban de jugador. También se pueden encontrar los inevitables fallitos en la traducción a otros idiomas. Un fallo bastante extraño, por lo simple que debería ser evitarlo, se da cuando, en la revisión de la ficha de un jugador, se puede ver que trabajó como cristalero entre 1897 y 2020. Qué triste ver a un inmortal pereciendo en un juego absurdo en vez de en combate singular por la gloria del universo.

123 años trabajando como cristalero
Normal que con más de un siglo de experiencia pueda reconocer el tipo de cristal simplemente con la vista.

Algo que no es un error, sino más bien un exceso de realismo, es el número de teléfono que aparece en la tarjeta que se entrega a los potenciales participantes. Resulta que el número que aparece es un número real y operativo, solo hay que añadir delante el 010 por el que empiezan casi todos los números de móvil en Corea. El número corresponde a una mujer que pasó semanas recibiendo constantes llamadas y mensajes de texto de personas que querían participar en el juego. La productora respondió recomendando a la mujer que cambiase su número, cosa que no podía hacer debido a que es el número de contacto de su negocio. Todo se resolverá con algún tipo de indemnización y con la edición del número para que deje de aparecer en la serie. Como curiosidad, decir que un político ofreció un eok (80.000 euros) por el número, con el propósito de poner un contestador automático con un mensaje de propaganda electoral.

Por último, comentar que el mayor misterio de toda la serie, por encima de quién y por qué organiza estos juegos macabros, es la batería eterna del policía infiltrado. Por favor, que los productores de la serie se pongan en contacto con Iberdrola para proceder a la aplicación a gran escala de tamaño prodigio de la física. A ver si así conseguimos que baje de una vez el precio del kilovatio hora.

Para terminar, os dejo con el trailer con subtítulos en español.


¿Qué te pareció la serie? ¿Crees que puede marcar un punto de inflexión y que a partir de ahora lleguen más series coreanas igual de buenas y exitosas?
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