lunes, 17 de noviembre de 2014
8 comentarios

Anécdotas de una fábrica de Irlanda: el machote

Puño cerradoHoy he soñado con un personaje del cual casi no me acordaba ya. Se trata de un irlandés con el cual trabajé hace años y que, por decirlo de algún modo, era más bruto que un arado. Más que un hombre, era un surtidor inagotable de anécdotas debido, sobre todo, a su empeño por querer ser más machote que nadie.

Antes de que se me olvide, voy a recopilar las que se me vienen a la cabeza en un nuevo post de... ¡Anécdotas de Irlanda! [suena un gong].

1. Herida abierta de origen desconocido. El hombre este era muy bruto y siempre andaba metido en peleas. Llevaba la cabeza afeitada, porque ese es el único corte de pelo aceptado en el gremio de matones. Un lunes apareció con una gran herida abierta en la cabeza. Ya no sangraba, pero se notaba que estaba reciente. No tenía puntos de sutura ni anda parecido, porque obviamente no había pasado por un hospital. Los machotes no van al médico, claro. En los días siguientes la herida se fue cerrando, dejando momentos de pánico cuando reventaba con los dedos la bolsa de pus que se le formaba a veces. Un par de meses más tarde el pequeño agujero a su yo interior acabó por cicatrizar, dejando una gran marca en forma de hendidura que parecía un pequeño culo. Nadie se lo dijo nunca, claro, igual que nadie nunca se atrevió a preguntarle cómo se había hecho la herida.

2. Siempre en manga corta. Los macho-man nunca tienen frío. Ni siquiera en Irlanda. Ni siquiera en el pueblo, al lado de un pequeño río cuya humedad matutina se colaba por debajo de las múltiples capas de calcetines y pantalones hasta anestesiar huesos y tendones. Todos teníamos frío incluso con abrigos polares, pero no él. Nuestro amigo iba siempre en camisa de manga corta, y solo se ponía una chaquetilla cuando llovía. Había quien recordaba eso de "de valientes está el cementerio lleno", pero lo cierto es que en cuatro años nunca lo vi resfriado.

3. Seguro antirrobo. Vivía en uno de los peores barrios de Limerick, que ya de por sí no es una ciudad que destaque por su seguridad, y dejaba el coche aparcado en la calle. Resultaba increíble que nunca se lo robaran ni le rompiesen una ventanilla. La explicación la supe a los pocos meses, cuando me contaron que un día vio desde su casa como un par de knackers intentaba forzar la cerradura de la puerta de su coche. Llamar a la policía es de canijos. Los machotes solucionan estos casos con el bate de béisbol que guardan en casa. Ni corto ni perezoso bajo a la callé y la emprendió a golpes con los dos chavales, enviando a ambos al hospital con fracturas múltiples. Efectivamente, había un motivo por el que nadie se atrevía con su coche.

4. Ofreciendo armas. Un fin de semana que pasé por la fábrica a ver cómo iban las cosas me lo encontré y entablamos conversación. No había nadie más a nuestro alrededor, así que se le notaba más suelto. No me acuerdo de qué hablamos, pero sí recuerdo que en un momento dado me ofreció granadas de mano. "Desactivadas, como decoración", pregunté yo. "No, no, de las de verdad, me las trae un amigo con contactos en Rusia", respondió él. Como no me vio muy convencido me juró que ese amigo podía conseguir cualquier cosa, que si un día quería probar un kalashnikov no tenía más que decírselo. Nunca se lo dije, claro.

5. Dedos en peligro. No siempre era tan amigable. A un compañero se le ocurrió hacer un listado de las salidas de ropa del almacén ordenadas por la persona que se la había llevado. Al nombre del individuo en cuestión aparecían bastantes pares de calzado de seguridad de distintas tallas. Un tipo de botas duras y resistentes con múltiples aplicaciones en la calle. La lista no le gustó y dijo que la próxima vez que viese al autor le rompería un par de dedos para que no sacase más listas de esas. Igual que en el caso de las granadas, a nadie le quedó duda de que tanto el ofrecimiento como la amenaza iban en serio. Por suerte, un par de semanas después ya se le había pasado el pronto.

6. Venganza in situ. La mejor anécdota es la última. Este hombre formaba parte del grupo de bomberos voluntarios que acudían a sofocar incendios en los pueblos de los alrededores. En una ocasión fue a un aserradero y, después de sofocar las llamas, se puso a hablar con el dueño. Fue una conversación de machotes sobre temas de machotes; es decir, sobre mujeres. El personaje contó sus correrías desde que unos meses antes se divorciara de su mujer, porque la maldita lo engañaba con otro. El dueño del aserradero le contó que llevaba un año tirándose a una rubia de tal pueblo pero que ahora vivía en tal barrio de Limerick, que estaba casada pero su marido no le hacía mucho caso porque pasaba muchas horas fuera de casa en alguna fábrica de las afueras... En un momento dado el matón ató cabos y se dio cuenta de que el dueño del aserradero era el amante de su mujer... Pilló uno de los palos de hurling que hacían en el aserradero y empezó a golpes con el pobre hombre, que empezó el día con salud y un negocio y lo terminó en la ruina y hospitalizado.

Estas seis historias son verídicas y están protagonizadas por la misma persona. Pueden parecer una exageración pero no lo son. De hecho no son más que seis gotas en un océano de historias sucedidas durante mi primera experiencia en el exilio voluntario. Tengo más, muchas más, y el día menos pensado escribiré otra tanda.


→ Si quieres más anécdotas de este estilo, aquí tienes el primer capítulo desde el cual podrás ir navegando por la serie.
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8 comentarios EN BLOGGER
  1. Qué risa!! menudo personaje! Parece de novela, en serio (especialmente la última anécdota). Aunque me considero bastante valiente, tengo que admitir que me daría un poquito de miedo conocer a un personaje así. Te contó el todas las anécdotas?
    Espero que puedas poner una segunda parte alguna vez, llevo partiéndome la caja un rato ya.

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    1. Algunas de las anécdotas las viví en primera persona y el resto me llegaron de oídas, pero me las creo todas :P

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  2. Tengo la cabeza afeitada, tengo un bate de baseball en la puerta de mi casa y en invierno uso camiseta de manga corta, nada de jerseys o sudaderas, si tengo que salir a la calle me pongo un abrigo que tiene 10 años eso si xD Firmado: El trozo de pan Manchego, doble del Machote de Irlanda. xD xD

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    1. Si no has enviado a nadie al hospital no es lo mismo :P

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  3. Como se entere....¡¡¡, menos mal que le costaría un poquito darse cuenta de quien estas hablando.

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    1. Ya sabía yo que tú sí te darías cuenta y sabrías identificarlo :D

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    2. El fin de semana pasado hicimos una xuntanza en Pola de Siero, y a alguno se puso nervioso cuando se miraba los dedos.

      Se os echo de menos¡¡

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    3. A mí también me gustaría estar más cerca y poder participar en esos actos entrañables, pero me tengo que conformar con que me lo cuentes.

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